martes, 18 de noviembre de 2014

C791 1CxD02 165

C791   1CxD02 165   18 de noviembre de 2014

1,20 x 1 metro, paneles, botonera, anotador, auriculares, mate

© Jorge Claudio Morhain

– Comprendo. ¿Qué clase de dolor?
– ¿Cómo qué clase? ¿Hay clases de dolor? ¡Me duele, doctor! ¿No comprende? ¡Me duele!
– Cálmese, por favor. No soy doctor. Simplemente quiero saber qué síntomas tiene para derivarla a un doctor.
– Me duele todo. Me duele el alma. Me duele… el pecho. Donde…
– Ajá. ¿Un dolor agudo, o como sordo, generalizado?
– Agudo, como si se me clavara algo. Pero me invade todo el pecho, ¿no entiende?
– Entiendo. ¿Siente como si la aplastaran?
– …
– Señora…
– ¿Usted me está cargando? Le digo que me duele, y usted pregunta si me aplastan. ¿Qué te pensás, que me duele porque hay un tipo encima de mí que me está penetrando?
– No, señora. Un dolor en el pecho, me dijo. ¿Sensación de que le aplastan el pecho? Solo sensación.
– Puede ser. O no. A ver… No, no siento aplastamiento. El dolor está en el centro del pecho. Por debajo de mis mamas, ¿me entiende? Donde…
– ¿Hace mucho que comió?
– ¿Qué tiene que ver?
– ¿Sufre del estómago? ¿Tiene gastritis?
– ¿Por qué no se deja de joder y me manda la ambulancia?
– Aún no me ha dicho su dirección.
– Billinghurts 1224, departamento 12.
– Le envío la ambulancia con un médico generalista. Estará ahí en…
– Doctor…
– ¿Sí?
– ¿Qué hago con la sangre?
– No me habló de sangre, señora.
– ¡Le hablo ahora! Creo que una bala entró por el estómago…
Estoy oprimiendo el switch que me comunica directamente con el 911.
– Enseguida estamos allá, señora. Haga un bollo de trapos, y oprímalos sobre la herida. ¿Me entendió?
– Sí… Apúrese, doctor…
– Sí, 911. Un posible herido de bala, un femenino. Le paso la dirección…
El mate, como siempre, ha vuelto a enfriarse. Me tomo un descanso para ir a buscar agua nueva al dispenser. Faltan tres horas para irme. Por la ventana se ve claridad. Por ahí anda el sol, haciendo fuerza para subir.
Vuelvo con el termo caliente, y me siento nuevamente. Eso habilita mi línea. Ya está llamando.
– Servicio de emergencias.
– ¿Es usted…?
– Perdón…
– Usted, que me preguntó si me aplastaban el pecho.
– Ah, sí. Es muy raro que entre de nuevo en el mismo operador. Somos unos cuantos… ¿Llegó la policía…?
– …
– ¿Señora?
– Gracias.
– Por favor. Es mi trabajo. No llore. Necesita fuerzas para reponerse. Mucha suerte. Adiós.
Un mate. El mate reconforta. Como la mano de un amigo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario