jueves, 13 de noviembre de 2014

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C789     1Cx02 163    13 de noviembre de 2014

Veinte años no es nada

© Jorge Claudio Morhain

El café estaba frío. Lamentablemente frío.
Ella estaba sentada en el extremo de la silla, casi cayéndose. Él, enfrente, parecía estar envuelto en una nube de humo espeso, aunque nadie fumaba.
– Veinte años. Hace veinte años, Maira.
– Veinte años, Carlos.
José acababa de resumir en una perorata monótona y sin pausas veinte años de ausencia, veinte años de esperanza, veinte años de pérdida.
– Pero los dos hicimos nuestras vidas.
– De hecho, las teníamos bastante avanzadas.
– Y seguimos. Sólo que sin vos. Sólo que sin mí.
Ella pensó que qué bueno sería estirar la mano y acariciar la del hombre.
Él hubiese querido besar aquellos labios sin pintar, o acaso pintados sin color.
El dijo:
– ¿Cómo es tu casa ahora?
Ella sonrió. Se puso de pie. Él la siguió. Iban hacia la calle. Y las calles son portales hacia cualquier parte.
Frente al bar, ella dijo:
– Veinte años, Carlos.
– Chau.
Alguien, acaso él, acaso ella, acaso una radio, acaso nadie, cantaba muy quedamente una canción que dice “Veinte años no es nada: volver la mirada.”

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