miércoles, 23 de julio de 2014

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1CxD02-093 23 de julio de 2014

Incidencias  presentadas durante un viaje en subte

© Jorge Claudio Morhain

Lena se sentó en el subte, sacó su ejemplar de “Alejandro”, de Valerio Massimo Manfredi, inclinó la cabeza y dejó que el mundo desapareciera. Iba hasta el final del recorrido, así que no había peligro de pasarse.
En algún momento, entre Gardel y Medrano, sintió un toque, como un dedo posado en su frente. Alguien la estaba mirando.
Con cautela, levantó la vista como para ver en qué estación estaban entrando, y se encontró de frente con los ojos azules de Federico. Federico la miraba directamente, sin desviar la vista, sin disimular. Sentado enfrente de Lena, del otro lado del pasillo, vestía moderno, y era delgado, atlético y buen mozo, con una barbita apenas insinuada, y enormes ojos azules. Fijos en Lena.
Lena bajó la vista a su libro, sin poder evitar el calor que le subía lentamente hacia las mejillas.
—Le escribiré —prometió Aristóteles—. Pero recuerda: si estás decidido a llevar adelante tus planes de este modo, antes o después te toparás con la coalición de Demóstenes. O algo muy parecido.
“El soberano permaneció en silencio. Se puso en pie y el filósofo no pudo dejar de advertir en su cuerpo unas cicatrices recientes mientras las mujeres le secaban y le revestían con vestiduras limpias.
“—¿Cómo está mi chico? —preguntó el rey.
—Es una de las personas más extraordinarias que me sigue mirando que he conocido en mi vida. Pero cada día que pasa me resulta más difícil dejar de sentir la presión de su mirada. ¿Las miradas tienen presión? ¿Por qué…?... mantenerle bajo control. Sigue tus empresas y muerde el freno. Quisiera distinguirse, dar prueba de su valor. Teme que cuando…
No. Basta.
Lena alzó la vista, y la clavó en los ojos azules de Federico.
Una oleada de sensaciones la impulsó a volver a bajarla, a cerrar su intimidad, a volver al libro. Después de todo, sólo era un encuentro furtivo en…
El tren frenó en Parque Chas.
Federico la miró por última vez. Y bajó del subte.
¿Se puede transmitir tristeza, sólo con la mirada? ¿Se puede transmitir angustia, desasosiego, o producir ambas cosas, con la mirada?
El subte tomó velocidad.
“Filipo sacudió la cabeza sonriendo.
“—Si todos los problemas fuesen ésos... Ya hablaré yo con él. Pero por el momento quiero que se quede aquí. Tiene que terminar su educación.
“—¿Has visto el retrato que le ha hecho Lisipo?                                    .
—Aún no. Pero me han dicho que es estupendo.
“—Lo es. Alejandro ha decidido que en el futuro sólo Lisipo podrá retratarle. Sólo Lisipo podrá retratarle. Alejandro ha decidido que en el futuro sólo Lisipo podrá… Lo es. Alejandro ha decidido que en el futuro sólo Lisipo…”
El golpe del libro al cerrarse sobresaltó a varios pasajeros.
No se puede leer llorando.



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