domingo, 6 de julio de 2014

1CxD02-077



1CxD02-077 6 de julio de 2014
SAGA
© Jorge Claudio Morhain

“Después de todo, sólo son un puñado de seres humanos”, dijo el troll, a la vez que accionaba la palanca que cancelaba toda vida humana en el valle. Descendió con su nave y se encontró con la pila de muertos. “Uf, debí dejar uno cuantos como esclavos, para que limpiasen el valle.” Así que eligió las mejores casas, los lugares más completos, las despensas más llenas, y las vació de humanos desechados, a los que amontonó en el resto del poblado. Luego accionó el lanzallamas de la nave, y pronto sólo quedó un gran incendio. Al apagarse, podría comenzar a poblar el valle. El valle de los trolls.
Pero no contaba con las minas. En las minas de la montaña, cientos de humanos trabajaban para los dvergar, los pueblos de las cavernas. Una vez al mes, los humanos volvían a sus casas para reponer fuerzas, para beber sol, para alimentarse de verde. De ese modo en tres o cuatro días estaban fuertes como para volver a las minas oscuras y profundas de la montaña.
Pero cuando los mineros descubrieron que su pueblo ya no existía, que ya no había parientes ni vecinos ni amigos ni enemigos, entraron en ira. Espiaron al Troll que se había adueñado por la fuerza del valle, observaron su nave reposando donde antes había una plaza, vieron los preparativos para iniciar en ese lugar un imperio troll, y regresaron a las cavernas. Los dvergar no quisieron, al principio, tomar en serio los relatos de los humanos. “Los humanos viven de fantasía”, habían dicho. Pero cuando consiguieron que uno de ellos saliese a la noche sin luna, para ver que no mentían (no podía salir de día porque la luz del sol era muy fuerte para ellos), volvió al reino con las malas nuevas, y entonces, por primera vez en la historia antigua, hubo un acuerdo entre humanos y dvergar.
Los humanos y los dvergar cavaron bajo la tierra del valle, en lugar de la montaña. Cavaron hasta ubicarse exactamente bajo aquella nave que trajo el troll de algún lado que no era ese. Cavaron huecos, todo a lo largo de su extensión, sostenidos por columnas, atadas por fuertes cuerdas. Cuando todo estuvo concluido, a una señal, dvergar y humanos tiraron juntos de las cuerdas y toda la caverna se derrumbó, y con ella la nave. Claro, también entró el sol, y eso hizo que muchos dvergar huyeran a las tinieblas. Pero el troll bajó al pozo, para combatirlos y rescatar lo que quedase de su nave. Entonces todos, humanos y dvergar, atacaron al troll, con tanta saña que debió huir, hacia las landas del sur, y más allá, donde nadie pudiese encontrarlo.
La nave fue destruida absolutamente, el pozo tapado, y muchos dvergar que habían salido al sol se quedaron en el pueblo, a desafiarlo, a iniciar una nueva vida.
Y así fue como los trolls proliferaron en las tierras malas más allá de las landas del sur. Y cómo los dvergar de las minas de Neanderthal se unieron a los humanos, e iniciaron una civilización.

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